Nota:
Si estás leyendo esto significa que lo logramos.
Una vez más.
Un día más.
1
Misteriosas, lustrosas y robustas. Las máquinas de escribir con sus teclas blanquinegras eran vistas por las mujeres como se ve un piano por primera vez. Ya habían leído algunos manuales acerca de cómo escribir en estos enigmáticos artefactos. Era el momento de pasar a la práctica.
Después de las primeras hojas de prueba y error, la escritura a máquina se fue dando de tal manera que el lugar se llenó de complejos ritmos que no obedecían a ninguna armonía o escala musical sino a la persistencia, al viaje emocional y a la consistencia de ideas de sus autoras.
Los contextos y estilos de estas mujeres eran diferentes. El tiempo y el espacio van modificando cuerpos y miradas, pero el desencanto que perduraba ya era antiguo: se trataba de la urdimbre que atraviesa las experiencias de las mujeres de este y otros tiempos.
Cada mujer teje una parte de la historia con sus historias.
Por eso ellas escriben. A veces en el aire, a veces en el fuego y cuando es posible lo hacen en las máquinas de escribir.
2
Aviso de actualización fiscal: se anuncia un nuevo incremento en el cobro de impuestos por el ejercicio de la creación artística. El desarrollo de la inteligencia artificial generadora de arte ha alcanzado niveles tan óptimos de hiperespecialización y eficiencia en sus tareas que el Gobierno de la Tierra considera que la actividad artística hecha por humanos debe ser clasificada como improductiva.
La creación de arte resulta una pérdida de tiempo significativa. Tiempo que bien podría ser aprovechado de formas de mayor provecho, como, por ejemplo, para proveer esa mano de obra tan necesaria para la revisión y mantenimiento de las centrales de energía y de los servidores que almacenan bases de datos, gracias a las cuales contamos con un excelente funcionamiento de las diversas inteligencias artificiales que mejoran nuestras vidas de manera invaluable, pues nos ayudan a solucionar desde los numerosos dilemas cotidianos del día a día hasta las grandes decisiones de nuestra vida.
3
Ellas sabían que la máquina de escribir, con todo y la solidez de su apariencia, era algo efímero en sus vidas. Nada les pertenecía. Después de renunciar a casi toda propiedad material, lo que les quedó fue la libertad. Pura, ligera y frágil libertad. Esa rara flor cuya belleza está expuesta a la destrucción y a pesar de ello se atreve a ser, a ocupar su lugar en el mundo con dignidad. Como las flores y las aves saben hacerlo.
El grupo lo integraban mujeres de personalidades y puntos de vista muy diversos, pero todas ellas coincidían rotundamente en algo: no concebían una vida que tuviera sentido sin la creación literaria. Necesitaban que las ideas y el ejercicio de la inteligencia nutrieran sus días y sus noches. Que el vuelo de su imaginación las llevara a romper fronteras, límites y reglas absurdas.
Precisamente porque conocían el filo de las preguntas bien construidas y sabían del poder y el alcance de sus historias tenían esa sed por habitar espacios íntimos creados por ellas mismas y estaban decididas a resistir. Hasta donde fuera necesario.
Se nombraban a sí mismas, no con sus nombres de pila sino con nombres de aves. Así que había gorriones, alondras, palomas, cóndores, águilas, entre otras aves.
Cada una podía volar por su lado y así lo hacían, pero para ciertas acciones y momentos específicos eran más fuertes en parvadas, conformadas sobre todo por grupos pequeños y ágiles. Con frecuencia, cambiaban de sitios de reunión para no levantar sospechas. Habían desarrollado protocolos de seguridad de tal manera que disminuyeran al máximo posible el rastreo y la localización de alguna de ellas.
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Comunicado de Prensa de la Secretaría General de la Iglesia Universal:
A la comunidad internacional,
Pronunciamos nuestro apoyo y acuerdo total con la recién promulgada Ley de penalización a la creación artística, la cual se hace imprescindible de cara al presente y al futuro que necesitamos construir como humanidad, ya que incluso con el alto cobro de impuestos a la actividad artística, ésta no sólo no disminuyó, sino que se ha observado un incremento en el número de personas, sobre todo mujeres, que decidieron dedicar una importante cantidad de tiempo y energía a practicar las artes, bien por mera obstinación o por un individualismo exacerbado propio de personas con ideología artística.
La Iglesia Universal ve una clara afrenta en la actitud de quienes se autodenominan creadores. En el pasado algunas religiones se asociaron con el arte para comunicar sus mensajes a los creyentes, pero eso había quedado atrás hace algunas décadas con las reformas producto del XXII Concilio Ecuménico.
Consideramos como un acto de soberbia y rebeldía el hecho de que específicamente las mujeres se refieran a sí mismas como creadoras. ¿Quiénes piensan que son dichas artistas para pretender “inventar mundos”, “universos”? ¿Se creen acaso dios? ¿neo-diosas paganas? ¿No les basta con la posibilidad de cocreación y gestación de seres humanos en el vientre?
Por el bien de la humanidad, en su conjunto no podemos permitirnos el lujo y el acto de sublevación que implica la creación artística en nuestros tiempos, menos ahora que la forma de lo que siempre hemos entendido por familia ha cambiado tanto y en un contexto en el cual es innegable la tendencia de las mujeres por decidir no tener hijos e incluso las que, optando por ser madres, no tienen más de uno o dos descendientes. Es por ello que nosotros, desde la Iglesia Universal, nos congratulamos por la aprobación de la Ley de penalización a la creación artística.
5
Toda ave, tras largas horas de vuelo, tiene un nido al cual llegar, pero dadas las condiciones de castigo a las personas que dedican sus horas de vida al arte, ellas habían tenido que hacer un sitio en su silencio interior para construirse el cuarto propio que otras mujeres en el pasado tanto habían buscado tener. Ese lugar seguro, invisible a ojos ajenos, un espacio de refugio y creación.
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Algunas de ellas no tenían un nido fijo. Conseguían comida y techo como los pájaros. Un día a la vez. Casi siempre hallaban el modo, aunque también, a veces, esta forma de vida era desafiante. Al final del día, sus cuerpos sabían de lo desgastante que era estar siempre alerta.
Un buen baño, una sopa caliente y una cama cómoda, beneficios que tantas personas daban por garantizados, eran disfrutados y apreciados por ellas con la intensidad de una gota de miel que se saborea con embeleso y calma.
Las aves utilizaban la tecnología de tipo analógica previa a la era del Wi-Fi porque era imposible de rastrear. De ahí el empleo de relojes de cuerda y de antiguos dispositivos de escritura como los lápices, las plumas y las máquinas de escribir.
Los sitios en donde se reunían solían ser algunas tiendas de antigüedades después del horario de apertura al público; las bodegas de los museos menos concurridos y las casas de personas que apreciaban y defendían en secreto el arte y a quienes lo creaban. De todas formas y, aún con todas las precauciones, el riesgo de ser descubiertas y penalizadas era latente.
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Se ofrece recompensa (500 criptoactivos) a quien envíe información comprobable que ayude a localizar y capturar a las personas que ejerzan la actividad ilegal de la creación artística. En caso de que sea una mujer en edad reproductiva, la recompensa será de 900 criptoactivos.
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Entre las escritoras hubo disensos que duraron horas y días sobre la decisión de hacer pública o no su obra artística. A pesar del recrudecimiento de la ley, o tal vez por eso mismo, se hacía necesario expresar alto y fuerte las voces de la resistencia.
Pasaron por el eterno debate entre entender el arte como un espacio de crítica social y protesta frente a quienes veían la creación artística como un fin en sí mismo, como espacio creativo que se corrompía al servir a otros intereses, fueran estos cuales fueran.
“Las mujeres nunca hemos necesitado que les den voz a nuestras historias. Nosotras tenemos nuestras propias voces. Las experiencias y reflexiones nos nacen desde adentro y desde el diálogo con otras personas. Todo mundo opina sobre el tema, pero ¿quién nos ha preguntado lo que pensamos quienes nos dedicamos a la literatura?”, cuestionaba alguna alondra.
“A mí lo que más me interesan son las preguntas. Las respuestas podrán caducar o no, pero las preguntas siempre nos hacen volver a lo que es verdaderamente importante”, pensaba en voz alta una de las águilas.
Pero como por el canto se conoce a las aves, y en esta red había espacio para airear todo tipo de desacuerdos, fueron escuchadas todas y cada una de las voces de las mujeres que quisieron opinar y al final decidieron que cada quien participaría directa o indirectamente, ya sea con intervenciones anónimas en espacios públicos hechas con sus textos o bien apoyando, protegiendo y cuidando a quienes decidieran llevar a cabo dichas acciones de arte subversivo. A su vez, diversificaron las tareas entre aves que vigilaban y defendían, mientras que otras infiltraban sus escritos entre la propaganda oficial, pegaban carteles —algo no visto desde hace décadas—, o hackeaban, no sin sudor ni ingenio, las bases de datos que registraban y ponían en peligro el tan cuidado anonimato en la peligrosa labor de hacer público su desacato y su desacuerdo.
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Máquina: del latín machina que viene a su vez del griego makhana y significa medio, camino, recurso o remedio.
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El seco tableteo de la máquina de escribir no era el único sonido que se acompasaba con la escritura. En la vieja bodega de antigüedades, en la que las aves se reunían para escribir, se oía el lento rumor de un viejo refrigerador que parecía tener una aburrida conversación con un ventilador de tres aspas. La monótona voz de los aparatos favorecía la concentración de las mujeres al escribir.
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El cansancio comenzó a hacer estragos no sólo en el cuerpo, sino también en el ánimo de las autoras después de tantas horas de labor creativa frente a las máquinas: “¿por qué seguir escribiendo?, ¿cuánto tiempo más podremos resistir? o ¿por qué este cansancio de siglos en nuestros cuerpos?”
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Bitácora de vuelo de ese día:
No supimos cómo, pero se enteraron de nuestra ubicación. En cuanto las aves vigilantes nos dieron aviso de la inminente entrada de la policía a la vieja bodega, donde nos encontrábamos muy concentradas escribiendo, sentimos el latigazo de adrenalina en la espalda. De inmediato reunimos nuestros escritos en un cúmulo al cual le prendimos fuego. No quedará evidencia.
Aún no sé si todas logramos elevar el vuelo a tiempo. Es probable que algunas sigan escondidas. Aún no hemos podido reunirnos de nuevo. Salimos de ahí sin el trabajo creativo que nos había llevado muchos días de nuestra vida… pero libres.
Mañana empezaremos de nuevo.

Escritora lírica y lúdica. Consciente de que las plumas sirven para escribir, para ejercer la libertad y para volar hacia nuevos horizontes. Estudió Lengua y Literatura Hispánica, así como Periodismo y Comunicación en la UNAM. Cuenta con estudios en el Diplomado de Escritura Creativa en la Escuela de Escritores de México (Sogem) y en el Taller Internacional Periodismo Literario del Instituto Internacional de Periodismo José Martí (La Habana, Cuba). Forma parte de la Antología Mujeres en la minificción mexicana (EOS Villa), así como de la antología de poesía Bestiario (Bastardilla). Su cuento “Ella” fue premiado en la categoría nacional de cuento breve por Punto de Partida en su edición 49 (Dirección de Literatura, UNAM). Sus textos han sido seleccionados para las antologías del III Certamen de haiku Kasumi (España) y la del Primer Concurso de Poesía de la Feria Nacional del Libro de Escritoras Mexicanas. Recientemente, sus poemas y relatos fueron publicados en revistas especializadas de creación literaria como Paper Bag Poetry Review (México), Penumbria (México) y Casapaís (Uruguay).